Seguro que habéis oído hablar mucho de él y habréis visto miles de imágenes en la web. No cabe duda, el «total white» está de moda. No parece muy complicado acertar, su propio nombre parece indicar que la única premisa es que todo (acabados, mobiliario y accesorios) sea blanco. Sin embargo hay algunas cosas que debemos tener en cuenta antes de lanzarnos a pintar nuestra casa y muebles del tono luminoso por excelencia. En decoración, como siempre, no todo vale.
Las claves del «total white»:
- Los acabados (suelos, paredes, techos y puertas), los muebles y los accesorios deben ser blancos si queremos conseguir un efecto completo.
- Aunque es una tendencia aplicable a varios estilos decorativos, casa especialmente bien con el minimal, por lo que los muebles y complementos deben ser de líneas rectas y puras.
- Para evitar que el ambiente resulte frío, debemos instalar lámparas de tono cálido y huir de cualquier tipo de luz de tono azulado.
- Tener en cuenta el entorno. El blanco refleja cualquier color potente que tenga alrededor. Si enfrente de nuestra casa hay un edificio rojo, nuestras estancias reflejarán ese tono y se verán rosáceas.
- Aunque en los acabados es preferible que el tono de blanco sea uniforme, si queremos suavizar un poco el conjunto, podemos combinar distintos tonos de blanco en muebles y complementos: blanco nuclear, blanco roto, blanco hueso, incluso beiges y grises muy claros. También acepta toques negros y maderas muy claras siempre que sea en proporciones mínimas (en caso contrario estaríamos hablando del «black and white» o del «total white soft».
Ventajas e inconvenientes del «total white»
Las ventajas son evidentes y nada desdeñables:
- Ganaremos en luminosidad (el blanco refleja la luz)
- Las estancias lucirán más espaciosas.
Sin embargo, este «total look» tiene, desde nuestro punto de vista, varios inconveninentes:
- Si apostamos por este estilo debemos ser especialmente pulcros; una casa completamente blanca debe estar perfectamente ordenada y limpia o conseguiremos el efecto contrario al que perseguimos.
- En las fotos de las revistas todo parece perfecto, pero ¿qué pasa con las cosas que nos gustan y no son blancas? ¿vamos a renunciar a tener cuadros o una estantería con libros? ¿ocultaremos los objetos que nos regalen y no sean blancos?
- Verlo todo blanco puede resultarnos a la larga muy pesado y es muy probable que nos cansemos pronto. Por mucho que nos guste algo, verlo a todas horas puede acabar haciendo que lo odiemos.
«Total white soft»
Para solventar estos incovenientes y disfrutar de todas sus ventajas, nada mejor que la versión suavizada, el «total white soft». Básicamente, consiste en mantener la base blanca, pero incluyendo elementos de colores cálidos en la decoración: maderas claras en suelos o muebles, grises más oscuros, alguna pieza de mobiliario en colores pastel e incluso pequeños elementos en tonos flúor. Estad atentos al blog porque en post sucesivos os iremos contando las claves de las distintas variantes. De momento, os dejamos con imágenes del total white. ¿Qué os parece? ¿Os animaríais a vestir vuestra casa de blanco?